ensamble de espejos // 8. veinticinco centavos para viajar hasta la esquina - Isaías Garde - Textos en transición

miércoles, 28 de agosto de 2024

ensamble de espejos // 8. veinticinco centavos para viajar hasta la esquina

Uno

Un ángel nuevo, última cara bonita, barata cara, muele en el entresueño su estrella de vidrio loco, de mal cristal.


Dos

Damos voz a los muertos; a los mudos que fuimos.


Tres

Expulsamos demonios y los volvemos, de inmediato, a admitir; al solo efecto de perturbar el Sábado. Y entonces: del pirado a los chanchos y de los chanchos al barranco y viceversa. Y eso es todo lo que hacemos.


Cuatro

Aquel ataque de pájaros (y cómo te asustaste). O aquel ataque de un dios en su máquina rechinante de pájaros.


Cinco

Y en ocasión del brindis: por una mierda mejor; un poco mejor.


Seis

El demiurgo automático que te sondea continuamente con preguntas de sobremesa.


Siete

Hay un ¡ay! para vos, pero que nos salpica a todos.


Ocho

Y hubo, cómo no había de haber, un testaferro para tus lágrimas. Uno o más de uno, hubo.


Nueve

Así, de repente, otra vez el placer infantil de encender un fósforo y aspirar su nube azul rasposa que no pega pero sí pega.


Diez

Te anticipan idiotas; irrumpen en tu jardín argentino de conjeturas.


Once

Los que no están, escuchan - ellos son los que escuchan, conste-. Cantamos para ellos. Y bien que cantamos mal, porque sí, para ellos.


Doce

Pero, desde luego, no hay ángeles nuevos. No. Qué va haber.


Trece

Y entonces el gato nuestro de cada vida viene y nos dice (aunque no dice nada) que lo que es, es, pero no es para tanto. 


Catorce

Cantan mejor los muertos ¿eh?


Quince

Bajabas por Sucre hasta Cabildo a dejarte encontrar ¿y quién te encontraba? ¿quién te encontró jamás?


Dieciséis

Tan tercamente Jekyll nuestro Hyde, en esta noche inmune a los venenos.


Diecisiete

Maravilla en sí mismos, en su intemperie altiva, unos protoleones o posleones (lo que vos digas) flanquean la entrada a la maravilla, a mi sueño de idiota; nunca del todo maravilla; nunca sueño del todo, siempre de idiota.


Dieciocho

Un mismo sermón (lo que vos digas) para lo sucesivo, para lo simultáneo.


Diecinueve

Te tenés que seguir acordando: los funerales de aquella Parker negra caída en cumplimiento del deber.


Veinte

Cuarenta años detrás de esa canción. Ya no pregunta por qué. Ya preguntó por qué. Cuarenta años casi en esa canción. Esa minucia.


Veintiuno

"Se viene el agua" dijiste en voz alta. Quién sabe qué te habrá impulsado a decirlo en voz alta, pero lo dijiste en voz alta, aunque sin llegar a perder el tranco sosegado del sueño. Hiciste bien en decirlo en voz alta, porque aquellas fueron tus últimas palabras y alguien, que estaba ahí justamente para eso,  las escuchó y ahora las pone a consideración del público.


Veintidós

¿A quién no había que nombrar? Ya lo nombramos ¿verdad? Ya no hay nada que hacer ¿cierto? Ya caímos en desgracia ¿no?


Veintitrés

No me arrimes la sal con la izquierda ni con la derecha.


Veinticuatro

Preferíamos creer que sabríamos irnos; que no estábamos atados por la respiración a la luz ambarina del bar.


Veinticinco

Así como así, sin el menor anuncio, terminado, impecable, tajante, de tanto en tanto, a cualquier hora, en cualquier lugar, bajaba, del cielo de los tangos, un tango. Y siempre vos, que abominabas de los tangos, que te brotabas con los tangos, que preferías escuchar los chillidos de una rata envenenada antes que escuchar tangos, estabas justo ahí, en el ahora en que bajaba, en el donde en que bajaba, así como así, terminado, impecable, tajante, un tango.



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